lunes, 16 de julio de 2012

AFGANISTÁN, ¿UN NUEVO VIETNAM?


Los EEUU y con ellos la OTAN abandonarán Afganistán. La crisis económica que hace insostenible para muchos países continuar sus misiones allí –entre ellos España- y, sobre todo, la imposibilidad de derrotar a la guerrilla talibán y construir un estado democrático y viable, obligan a un repliegue que se parece mucho en el fondo a la hasta ahora mayor derrota de los EEUU en su historia: Vietnam. Sin embargo, si entonces los medios de comunicación trasladaron a los hogares norteamericanos la barbarie de la guerra y provocaron, de alguna manera, la oposición a la guerra, en Afganistán la derrota se debe exclusivamente a una cuestión estadística y de coste, ya que los ciudadanos solemos ignorar exactamente lo que ocurre allí. 


El 30 de abril de 1975 una masa atemorizada trataba de penetrar en la embajada de los EEUU en Saigón, Vietnam del Sur, para subir a un helicóptero y salvar el pellejo. Muy pocos lo consiguieron y la mayoría, que habían servido durante años al ejército o a los servicios secretos estadounidenses, cayeron presos de los norvietnamitas. Las imágenes de los helicópteros huyendo de los tejados de Saigón conforman desde entonces el símbolo de la derrota y el fracaso de los EEUU en una región del planeta que llegó a albergar a más de 500.000 soldados norteamericanos en su lucha contra los comunistas y que costó miles de millones de dólares y el aborto del plan de implantar en los EEUU su primer embrión de Estado del bienestar.

Casi 40 años después de Vietnam, y tras la retirada de Irak, los EEUU y sus aliados occidentales están preparando el terreno para abandonar Afganistán el escenario donde comenzó la famosa ‘Guerra contra el terror’ de George W. Bush, una ficción militarmente complicada pero políticamente muy rentable tras los atentados del 11 S de 2001.

Los atentados talibanes se multiplican así como su poder entre la población rural. EEUU y la OTAN dejarán atrás un gobierno débil, un estado inexistente y fragmentado entre multitud de etnias y tribus, y sobre todo, una guerrilla talibán fuerte. Es decir, tras más de una década de intervención, centenares de soldados occidentales y miles de afganos muertos, y miles de millones de dólares invertidos, no se ha conseguido alcanzar el objetivo estratégico por el que se decidió intervenir en esa tierra lejana. Como en Vietnam, EEUU se enfrenta a otra derrota en un escenario regional.



‘Operación Libertad Duradera’

Recordemos: el 7 de octubre de 2001 los EEUU y sus aliados de la OTAN comenzaron la llamada ‘Operación Libertad Duradera’ con el objetivo de desalojar del poder en Afganistán al gobierno talibán, un grupo de fundamentalistas islámicos wahabitas protegidos por Pakistán que daban cobijo a Bin Laden. La explicación que se dio a la ciudadanía parecía plausible: derrocar a un régimen totalitario y destruir a Al Qeda. Además, para evitar que en un futuro otros posibles Bin Laden y talibanes volvieran a hacerse fuertes en este territorio, Occidente se comprometía a pagar miles de millones de euros y a enviar tropas de mantenimiento de la paz para construir un país nuevo. Tendría un sistema democrático, infraestructuras y servicios públicos como la educación. EEUU no fue solo, sus aliados de la OTAN se unieron a la campaña, generalmente como tropas de ocupación, mientras que los norteamericanos luchaban.

Al principio los planes parecían ir bien. Los talibanes fueron aplastados y sustituidos en el poder por la coalición llamada Alianza del Norte –un nombre inventado por los medios de EEUU- y Al Qeda tuvo que abandonar sus bases y dispersarse. Sin embargo, ya desde el principio se plantó la semilla del fracaso. El miedo de los gobiernos a las imágenes de soldados muertos en la guerra llevó al uso de mercenarios y de soldados afganos para las operaciones militares, lo que hizo posible la huida de los objetivos esenciales de la guerra –Bin Laden y los jefes talibanes- mediante sobornos. Sin embargo, la situación parecía tranquila, Karzai –un hombre de la CIA- se afianzó en el poder y la ‘reconstrucción’ podía comenzar. Pero la realidad era otra. Escondido tras el telón mediático de la Guerra de Irak, la guerra en Afganistán comenzó a ser cada vez más cruenta.


En noviembre de 2010, y según datos de la propia OTAN, los EEUU tenían 90.000 soldados destinados en Afganistán junto a otros 40.000 militares aliados, entre ellos más de 1.500 españoles. Los talibanes habían resurgido con fuerza, la sociedad fuera de los núcleos urbanos estaba fuera del control gubernamental y de los soldados, y se multiplicaban los combates: emboscadas de los talibanes con el objetivo de causar bajas a la OTAN y provocar un goteo que desemboque en la retirada. Y lo han conseguido.


El General David Petraeus.
Cuando el presidente de los EEUU anunció en enero de 2009, nada más jurar su cargo, que se retirarían las tropas de Irak y que se concentrarían en Afganistán. La experiencia iraquí estaba amortizada, política y militarmente. Pero aún quedaba Afganistán, una misión que contaba con los consensos internacionales necesarios y que no se podía perder. Para ello Obama nombró en junio de 2010 al general David Petraeus comandante en jefe de sus tropas en Afganistán con el objetivo de repetir su ‘hazaña’ de Irak de negociar y dividir a los insurgentes, bajar la intensidad de las emboscadas y permitir la retirada del ejército con un riesgo bajo de inestabilidad. Pero un año después fue relevado de nuevo –a través de un ascenso como nuevo director de la CIA. El general no tenía claro que pudiera vencer: “El éxito en Afganistán es frágil y reversible”, afirmó en marzo de 2011.  


En julio de 2012, y según datos de http://icasualties.org/oef/, los EEUU han sufrido ya más de 2.000 muertos en Afganistán (España 34). Además, según datos de junio de 2011, Washington ha gastado en esta guerra un billón de dólares desde 2001, unos 10.000 millones al mes. Muertos, heridos, gastos millonarios y a cambio los talibanes golpeando con fuerza, como demuestran los últimos atentados. Insostenible.

Gráfico de icasualities.org

Por ello el presidente Obama anunció la retirada gradual de las tropas de los EEUU de Afganistán, con el objetivo de que en 2014 sean las tropas del gobierno afgano quienes se responsabilicen de las operaciones contra los talibanes. Es la ‘vietnamización’ de la guerra de Afganistán, o también interpretable como el reconocimiento implícito de la derrota de Occidente.


Nuevo capítulo afgano: entra India vs. Pakistán
Los EEUU tienen la ventaja de que los medios de comunicación apenas están sobre el terreno y que la crisis económica, sobre todo en Europa, está tapando todo lo demás. Pero no pueden evitar que a la hora de hacer balance éste sea claro: una derrota en toda regla. Afganistán no está mejor que en 2001 y se deja atrás a un gobierno débil que sólo controla las ciudades, el campo es talibán. Como les ocurrió a los soviéticos entre 1979 y 1988, y acabaron huyendo.


Afganistán seguirá siendo un país sumamente empobrecido e inestable tras la retirada, pero lo grave no es sólo eso. Pakistán continúa apoyando a los talibanes para conseguir un gobierno amigo a sus espaldas frente a su gran rival, India, que ha entrado en este escenario por la puerta grande aliándose con el actual gobierno afgano. De hecho, serán instructores indios los que entrenen a los gubernamentales tras la retirada occidental.


Es decir, miles de millones de dólares malgastados y miles de muertos después, Occidente se marchará de Afganistán dejando paso a un nuevo conflicto, esta vez uniendo los intereses de las dos potencias nucleares del sur de Asia: India y Pakistán. Un escenario muy peligroso.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.