miércoles, 11 de julio de 2012

Siria, el poder del agua

“El agua es el elemento y principio de las cosas” (Tales de Mileto). En Oriente Próximo el agua es fundamental y explica en gran parte las causas del eterno conflicto que sufre esa tierra desde hace décadas. Generalmente se le achaca a la religión, pero ésta solamente se da donde viven seres humanos, y éstos sólo pueden sobrevivir allí donde hay agua. Donde ésta es escasa su control se convierte en una cuestión de superviviencia y, por tanto, de poder.

En Oriente Próximo el agua potable se encuentra repartida básicamente entre tres grandes ríos con sus afluentes: el Jordán, el Tigris y el Eufrates. Sus aguas recorren países como Turquía, Siria, Irak, Jordania e Israel. Como ya ocurría en la Antigüedad, sus aguas son imprescindibles para la vida en la zona, por lo que su control se ha convertido en la verdadera lucha por el poder en la zona.

En 1967 Israel atacó a sus vecinos árabes en una guerra relámpago, la ‘Guerra de los Seis Días’ que amplió sus fronteras hasta el río Jordán (Cisjordania) y los Altos del Golán, en Siria, todavía hoy territorios que cuentan con el estatus de ocupados y que son reivindicados por palestinos y sirios, no solamente por razones nacionalistas o religiosas (como ocurre con Jerusalén), sino porque es el único agua potable de la zona.

Río Jordán.
Los Altos del Golán son las fuentes del Jordán, y ese río se mantiene controlado por el ejército israelí y colonos judíos. Según la ONU, Israel consigue el 67% del agua que consume de fuera de los territorios que le corresponden desde la partición en 1948. Además, no se trata solamente de proporcionar agua suficiente para un alto nivel de vida a la población israelí, el agua es también un arma para controlar a la población palestina, como el racionamiento  denunciado por Amnistía Internacional en octubre de 2009.  

Es decir, Israel mantiene su posición de fuerza en los territorios ocupados básicamente para controlar los acuíferos necesarios para mantener su nivel de desarrollo económico. Para conseguirlo no quiere o puede compartir el agua con sus vecinos palestinos, que exigen desesperadamente poder acceder al líquido vital para poder construir su independencia. Israel lo rechaza y trata de conseguir así dos objetivos: garantizar su propio suministro y controlar políticamente a los palestinos.

Por otra parte, el control de los Altos del Golán se explica oficialmente para evitar ataques sirios al norte de Israel, cuando en realidad así se controla la cuenca del Jordán. En 1967 Israel ocupó y se atrincheró en esa zona sin intención de retirarse, lo que ha provocado –entre otras razones- que el conflicto con Siria se mantuviera vivo mientras sí se negociaban tratados de paz con los vecinos egipcio y jordano. Es por ello que a Israel le obsesiona la guerra civil que está sufriendo Siria, ya que su desenlace puede romper el estatus quo que pervive en la zona desde hace 45 años.


Siria, la guardiana del agua

Altos del Golán.
Siria es un país clave en Oriente Próximo que, a pesar de su aridez, tiene contacto directo con todos los principales acuíferos de la zona, ya que además del Jordán, también lo tiene con los ríos Eufrates y Tigris. Ambos nacen en Turquía y atraviesan el norte de Siria antes de adentrarse en Irak. Ambos ríos son fundamentales para la vida en lo que los antiguos llamaban Mesopotamia, por lo que el control de su cauce  puede convertirse en un factor político fundamental: por ejemplo, la construcción de una presa en Turquía puede controlar el nivel del agua en el resto del recorrido de los ríos y por ello influir directamente en la vida de Siria e Irak. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo.

Desde hace décadas Turquía está construyendo un enorme sistema de presas para conseguir energía conocido por sus siglas como GAP y que afecta, sobre todo, al Eufrates. Precisamente el Eufrates es fundamental para Siria, ya que si este país cuenta con 33.700 millones de metros cúbicos de agua potable en superficie, 26.000 millones son de ese río. Las presas turcas pueden controlar la cantidad de agua que reciben los sirios, y con ello, tienen el poder. Esto explica la animadversión entre Siria y Turquía que en los últimos días ha estado escalando hasta llegar a la concentración de tropas turcas en la frontera siria.

Pero al igual que Turquía controla el agua que fluye hacia Siria e Irak, Siria también lo puede hacer con respecto al caudal que fluye hacia su vecino iraquí, teniendo en sus manos el abastecimiento de agua en esta zona tan sensible políticamente.
Río Eufrates.

Siria está en plena guerra civil y existe una enorme incertidumbre sobre su futuro. Israel, su vecina del sur, ve como su percepción de aislamiento e incluso de asedio se refuerza con los cambios provocados por la ‘Primavera Árabe’, ya que en Egipto el régimen de los militares –aliado de los EEUU y socio de Israel- está tambaleándose con la victoria electoral islamista. El futuro de Siria es fundamental para Israel, ya que, entre otras cuestiones, afecta a su ocupación de los Altos del Golán y con ello a su abastecimiento de agua. Del desenlace de la lucha en Siria puede depender el futuro de Israel.

En Siria se enfrentan el régimen laico y también militar de Bashar Al Assad con su propio pueblo, políticamente indefinido. Aunque el móvil que ha provocado la insurrección sea la voluntad de democracia, resulta lógico pensar que los mayores beneficiados de esta revuelta sean en un futuro los islamistas, los únicos que han mantenido una estructura y organización política opositora a los regímenes dictatoriales, ya sea en Siria, Egipto o en Libia. Los islamistas son los herederos políticos de los nacionalistas pan árabes de los años 50 y 60, es decir, carecen a priori de intereses comunes con Occidente por lo que no son controlables por los EEUU y sus aliados. Esto les hace peligrosos a  sus ojos.  

Así pues, en Siria no se lucha ni por petróleo ni por gas. Nos se trata de un país que tenga recursos energéticos que sean explotados por otras potencias. Pero sí es fundamental como pieza central del puzle geopolítico de Oriente Próximo, ya que de sus aguas dependen los demás países que sí son fundamentales en las grandes estrategias políticas, militares y económicas.

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