viernes, 22 de enero de 2016

¿Es el fin de las aspiraciones de Pedro Sánchez?

La política española ha vivido el pasado viernes 22 de enero un giro que podría ser definitivo. En pocas horas, dos anuncios espectaculares han hecho trizas la estrategia del PSOE para tratar de convertir a Pedro Sánchez en presidente del Gobierno y han transformado la gran ventaja estratégica de los socialistas de su posición central entre las fuerzas políticas en un problema.

La semana previa los acontecimientos señalaban a una ligera ventaja de los socialistas en la dura lucha por la investidura. El sorprendente acuerdo con Ciudadanos que hizo posible la presidencia de Patxi López en el Congreso de los Diputados era el aviso de que podía conseguirse algo mucho más importante si este acuerdo se repetía de cara a la investidura. Con el SÍ de Ciudadanos el PSOE superaría los escaños del PP y pondría a Podemos y a sus confluencias en la situación incómoda de tener que elegir entre apoyar un gobierno alternativo a Rajoy (ya sea votando a favor o absteniéndose) o votar en contra.

El resultado hubiera sido brillante para Pedro Sánchez: una derrota del PP y su parálisis temporal con una crisis interna importante en torno al liderazgo; la escenificación de Podemos como el miembro menor de la izquierda frente a un PSOE gobernante; la demostración ante la Unión Europea y los poderes económicos y empresariales de que es capaz de llegar a acuerdos con Ciudadanos y el centro político moderado; y, sobre todo, la victoria incuestionable sobre sus barones territoriales que se oponen abiertamente a su liderazgo.

Esta estrategia tenía un primer acto, y es que Rajoy debía presentar el primero su candidatura a la investidura y perderla. Aunque fuera con los votos favorables de Ciudadanos, pero esta sesión hubiera escenificado el NO de los socialistas y hubiera legitimado la posterior candidatura de Pedro Sánchez como líder del segundo partido más votado, sobre todo ante el importantísimo Comité Federal del PSOE del 30 de enero, que es el que debe dar luz verde a Sánchez en sus políticas de pactos.

Sin embargo, las cosas han venido de otra manera. Los rivales del PSOE no se han quedado dormidos y han trastocado todos estos planes.

Golpes de efecto

El primer golpe de efecto lo dio Pablo Iglesias tras su entrevista con el Rey, cuando anunció ante la sorpresa general que estaba dispuesto a apoyar la presidencia de Pedro Sánchez a cambio de participar en un gobierno de coalición en el que el propio Iglesias se recomendaba como vicepresidente. La reacción de los barones y de otros muchos influyentes socialistas contrarios a cualquier pacto con Podemos no se hizo esperar y respondieron enojados y ofendidos en contra de la oferta de Iglesias. El ambiente en el PSOE a ocho días del Comité Federal volvía a calentarse.

Pero a esta primera bomba informativa le siguió pocas horas después una segunda explosión espectacular. Mariano Rajoy anunció también tras su entrevista con el Rey que no iba a presentar su candidatura a la investidura, a pesar de que Felipe VI se lo había propuesto formalmente al tratarse del líder del partido más votado en las elecciones. Poco después el propio Rajoy matizó sus palabras y explicó que seguía aspirando a la Presidencia del Gobierno, pero que no se presentaría a la investidura hasta conseguir la mayoría que le diera la victoria.

La estrategia del PSOE se ha hecho añicos. Ahora todos los focos están sobre Pedro Sánchez y no sobre Rajoy, y las preguntas son: ¿Se presentará ahora el líder socialista el primero a la sesión de investidura? Y ¿aceptará la oferta de Podemos?

‘Vía Crucis’ del PSOE

La que iba a ser una semana cómoda y triunfal del PSOE con la derrota de Rajoy en el Congreso se ha convertido en un más que probable ‘Vía Crucis’ de cara al Comité Federal del 30 de enero. Los barones y muchos miembros de este órgano no apoyarían con toda seguridad el pacto con Podemos, lo que abriría una dura confrontación entre los partidarios de negociar con Pablo Iglesias y los que no lo están. Se antoja casi imposible para Pedro Sánchez conseguir en este ambiente una mayoría absoluta (por no hablar de unanimidad) en el máximo órgano socialista entre congresos que legitime su candidatura a la investidura con el apoyo de Podemos.

Es, sin duda, una gran victoria táctica de Pablo Iglesias. Por un lado, si Sánchez consiguiera un SÍ del Comité Federal a pactar con Podemos, se abriría un proceso de negociación con el partido morado cuyos resultados son hoy por hoy imprevisibles, ya que una coalición de partidos para formar gobierno como ha ofrecido Iglesias haría saltar muchas chispas en el seno del socialismo que no olvida que Podemos tiene como objetivo estratégico hacerse con la hegemonía en la izquierda. Por otro lado, en el caso de que el PSOE dijera NO a un pacto con Podemos, Iglesias no tardaría ni un segundo en afirmar que los socialistas no quieren el cambio y que Podemos es la única alternativa real de izquierdas, con el claro objetivo de atraer a más votantes socialistas a sus filas en una posible repetición de las elecciones.

Con el movimiento de Iglesias se ha invertido la situación: de ser Podemos el que tendría que posicionarse ante un eventual pacto PSOE-Ciudadanos contra el PP, ahora es el PSOE el que tiene que posicionarse, y cualquiera de las decisiones que tome conllevan un desgaste.  

Rajoy, por su parte, espera pacientemente este desgaste del PSOE y, de la misma manera que Sánchez esperaba un suicidio político de Rajoy en el Congreso, ahora es el presidente en funciones el que espera que sea su rival el que se inmole en la Cámara. El PP sigue jugando la baza del pacto con Ciudadanos y el apoyo (o abstención) del PSOE, por lo que un fracaso y/o eventual dimisión o derrota de Pedro Sánchez sería fundamental, ya que un nuevo liderazgo socialista podría permitir un nuevo gobierno de Rajoy. Los socialistas tendrían que elegir entre la peste o el cólera: mantener el NO a Rajoy y provocar unas nuevas elecciones en las que, con bastante seguridad, pagarían ante sus votantes su negativa a aprovechar la oferta de Podemos para echar al PP del Gobierno, o apoyar a Rajoy.


En resumen: en un solo día los que parecía que iban perdiendo han provocado un giro en los acontecimientos que puede poner fin a las aspiraciones de Pedro Sánchez de convertirse en presidente del Gobierno. ¿Podrá contraatacar con otro golpe de efecto?

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