jueves, 21 de julio de 2016

“La Democracia tiene problemas”


“La Democracia, la mayor aspiración moral de la humanidad, tiene problemas”. El académico británico Stephen Coleman es tajante para explicar los últimos acontecimientos políticos que están azotando el mundo: Brexit, la crisis política y económica en la Unión Europea, la crisis de los refugiados, el auge de los populismos y radicalismos, y el tan sorprendente como controvertido ascenso de Donald Trump a la candidatura a la Presidencia de los EEUU.
 

Los pasados 7, 8 y 9 de julio la Asociación de Comunicación Política ACOP organizó unas jornadas en las que participaron un grupo de académicos y consultores de prestigio internacional para conversar sobre la “Nueva Política”. Entre ellos el profesor en la Universidad de Leeds, Stephen Coleman, que afirmó: “La democracia se encuentra en un proceso de transición e indeterminación”.


Coleman aseguró que “el reconocimiento y el respeto son la clave de la democracia”, sin embargo, estamos viviendo un problema grave de comunicación: “Los ciudadanos piensan que las instituciones no escuchan, y las instituciones que los ciudadanos no saben expresarse. Es un diálogo de sordos”.


A este problema de comunicación entre los de “arriba” y los de “abajo”, Coleman añadió que “los gobiernos ahora se definen por lo que no pueden gobernar”, como por ejemplo fenómenos globales como el terrorismo, el narcotráfico y las crisis financieras, es decir, elementos que se escapan del control de los estados nación como los hemos conocido hasta el momento. Todo ello hace que ahora sea un momento propicio para la aparición de un fenómeno político muy antiguo y recurrente: el populismo.

Las causas del populismo

Loris Zanatta, ensayista y profesor en la Universidad de Bolonia, explica en su libro “El Populismo” (Editorial Katz) las causas de la actual ola populista en el mundo: “La conmoción causada en las funciones de los Estados, en los sistemas políticos, en las estructuras sociales, en las ideologías y culturas de cada latitud por ese fenómeno llamado globalización, que genera la difundida percepción de una crisis crónica de disgregación. Tanto esas presiones como esta conmoción crean un panorama ideal para que los populistas encuentren espacio y alimento”.
El propio mundo globalizado de la crisis constante, económica, de seguridad, de identidad, de la eterna incertidumbre, es fundamental para explicar el auge de este fenómeno. Según Zanatta, “las recurrentes crisis financieras y las frecuentes crisis de legitimidad de las clases políticas percibidas por muchos como castas parasitarias y aisladas de la sociedad, además de incapaces de resolver los problemas más apremiantes, hace aún más propicia la maduración de la nostalgia por la homogeneidad perdida”.

El populismo es, explica Zanatta, “intolerante con toda forma de representación política pero comprometido con un concepto social que postula la unión armoniosa de la sociedad, invoca el nexo solidario que vincularía a sus miembros por voluntad de Dios o de las leyes naturales, y reivindica una conexión directa entre el pueblo y quien encarna su identidad, el líder”.


Thibault Muzergues
Es decir, “nosotros y ellos”, como explicó el consultor Thibault Muzergues en las jornadas de ACOP. “¿Qué está pasando?”, se preguntó: “Crisis económica, crisis social, crisis de identidad”. Se trataría, según este especialista, de un fenómeno que está transformando las reglas de convivencia tal y como las conocíamos: “Las cosas están cambiando. Lo que era aceptable antes, ya no lo es para la prensa y la sociedad”, asegura Muzergues. Y en ello ha contribuido la revolución tecnológica de Internet, y en concreto las redes sociales, “un vehículo importante para trasladar la frustración de la gente y que es aprovechada por el populismo”, lo que explica “la creciente tensión y agresividad entre los ciudadanos con respecto a la política”.

Stephen Coleman señaló por su parte en las jornadas de ACOP que “el problema del populismo no es que la gente desconfía, sino que confía demasiado” en un mundo con un acceso prácticamente ilimitado a la comunicación. Coleman recordó que, a pesar de la revolución de Internet, “la prensa y la televisión siguen siendo las principales fuentes para informarse y para generar opinión”. Sin embargo, estos medios se ven cada vez más atrapados y arrastrados por las dinámicas de la inmediatez extrema dictadas por la intensa competencia y las posibilidades de información prácticamente instantánea que ofrecen los avances tecnológicos. En este contexto Coleman propone el diálogo sosegado para fortalecer la democracia. Sin embargo, ¿es posible en la actual la cultura de la inmediatez?


El futuro del populismo, ¿ha llegado para quedarse?

En los próximos meses la atención mediática y política se centrarán sin duda en la campaña electoral de los EEUU, probablemente el acontecimiento político más espectacular del año y en el que el populismo también ha conseguido entrar de la mano del candidato republicano Donald Trump.


Peter Brodnitz
El estratega político estadounidense Peter Brodnitz señaló durante las jornadas de ACOP en Bilbao que hay que tener en cuenta el estado emocional a la hora de lanzar un mensaje, y en este sentido afirmó que Trump es un experto: “Su mensaje está enfocado en mantener un estado de ansiedad y enfado para que los ciudadanos hagan una elección emocional”. “Trump moviliza voto con un mensaje de cambio radical para romper el status quo” en un contexto en el que “la clase trabajadora blanca es la más preocupada o enfadada por el futuro económico”, subrayó el experto.

Por ello, Brodnitz concluyó: “Si se logra tranquilizar a la gente, recibirán el mensaje de manera diferente”. Es decir, viene a decir este estratega político, si las circunstancias económicas y sociales vuelven a su cauce, los ciudadanos que hoy son proclives a escuchar y a apoyar a los movimientos populistas dejarían de hacerlo.

Sin embargo, como advierte Loris Zanatta, “los trastornos económicos y sociales de nuestros tiempos son tan profundos y de tan larga duración que el populismo actual no es la simple manifestación de una debilidad democrática, de un paréntesis entre dos épocas ‘normales’. Al contrario, tanto las transformaciones sociales y económicas radicales como la extensión de la democracia a nuevas áreas del mundo durante las últimas décadas inducen a pensar que las crisis de disgregación y as reacciones populistas no harán más que multiplicarse, y que el populismo será un fenómeno permanente y difundido”.

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