“La Democracia, la mayor
aspiración moral de la humanidad, tiene problemas”. El académico británico
Stephen Coleman es tajante para explicar los últimos acontecimientos políticos
que están azotando el mundo: Brexit, la crisis política y económica en la Unión
Europea, la crisis de los refugiados, el auge de los populismos y radicalismos,
y el tan sorprendente como controvertido ascenso de Donald Trump a la
candidatura a la Presidencia de los EEUU.
Los pasados 7, 8 y 9 de
julio la Asociación de Comunicación Política ACOP organizó unas jornadas en las
que participaron un grupo de académicos y consultores de prestigio
internacional para conversar sobre la “Nueva Política”. Entre ellos el profesor
en la Universidad de Leeds, Stephen
Coleman, que afirmó: “La democracia se encuentra en un proceso de
transición e indeterminación”.
Coleman aseguró que “el
reconocimiento y el respeto son la clave de la democracia”, sin embargo,
estamos viviendo un problema grave de comunicación: “Los ciudadanos piensan que
las instituciones no escuchan, y las instituciones que los ciudadanos no saben
expresarse. Es un diálogo de sordos”.
A este problema de
comunicación entre los de “arriba” y los de “abajo”, Coleman añadió que “los
gobiernos ahora se definen por lo que no pueden gobernar”, como por ejemplo
fenómenos globales como el terrorismo, el narcotráfico y las crisis
financieras, es decir, elementos que se escapan del control de los estados
nación como los hemos conocido hasta el momento. Todo ello hace que ahora sea
un momento propicio para la aparición de un fenómeno político muy antiguo y
recurrente: el populismo.
Las
causas del populismo
Loris
Zanatta, ensayista y
profesor en la Universidad de Bolonia, explica en su libro “El Populismo” (Editorial
Katz) las causas de la actual ola populista en el mundo: “La conmoción causada
en las funciones de los Estados, en los sistemas políticos, en las estructuras
sociales, en las ideologías y culturas de cada latitud por ese fenómeno llamado
globalización, que genera la difundida percepción de una crisis crónica de
disgregación. Tanto esas presiones como esta conmoción crean un panorama ideal
para que los populistas encuentren espacio y alimento”.
El propio mundo
globalizado de la crisis constante, económica, de seguridad, de identidad, de
la eterna incertidumbre, es fundamental para explicar el auge de este fenómeno.
Según Zanatta, “las recurrentes crisis financieras y las frecuentes crisis de
legitimidad de las clases políticas percibidas por muchos como castas
parasitarias y aisladas de la sociedad, además de incapaces de resolver los
problemas más apremiantes, hace aún más propicia la maduración de la nostalgia
por la homogeneidad perdida”.
El populismo es, explica
Zanatta, “intolerante con toda forma de representación política pero
comprometido con un concepto social que postula la unión armoniosa de la
sociedad, invoca el nexo solidario que vincularía a sus miembros por voluntad de
Dios o de las leyes naturales, y reivindica una conexión directa entre el
pueblo y quien encarna su identidad, el líder”.
Thibault Muzergues |
Es decir, “nosotros y
ellos”, como explicó el consultor Thibault Muzergues en las jornadas de
ACOP. “¿Qué está pasando?”, se preguntó: “Crisis económica, crisis
social, crisis de identidad”. Se trataría, según este especialista, de un fenómeno que está
transformando las reglas de convivencia tal y como las conocíamos: “Las
cosas están cambiando. Lo que era aceptable antes, ya no lo es para la prensa y
la sociedad”, asegura Muzergues. Y en ello ha contribuido la revolución
tecnológica de Internet, y en concreto las redes sociales, “un vehículo
importante para trasladar la frustración de la gente y que es aprovechada por
el populismo”, lo que explica “la creciente tensión y agresividad entre los
ciudadanos con respecto a la política”.
Stephen Coleman señaló
por su parte en las jornadas de ACOP que “el problema del populismo no es que
la gente desconfía, sino que confía demasiado” en un mundo con un acceso
prácticamente ilimitado a la comunicación. Coleman recordó que, a pesar de la
revolución de Internet, “la prensa y la televisión siguen siendo las
principales fuentes para informarse y para generar opinión”. Sin embargo, estos
medios se ven cada vez más atrapados y arrastrados por las dinámicas de la
inmediatez extrema dictadas por la intensa competencia y las posibilidades de
información prácticamente instantánea que ofrecen los avances tecnológicos. En
este contexto Coleman propone el diálogo sosegado para fortalecer la
democracia. Sin embargo, ¿es posible en la actual la cultura de la inmediatez?
El
futuro del populismo, ¿ha llegado para quedarse?
En los próximos meses la
atención mediática y política se centrarán sin duda en la campaña electoral de los
EEUU, probablemente el acontecimiento político más espectacular del año y en el
que el populismo también ha conseguido entrar de la mano del candidato
republicano Donald Trump.
Peter Brodnitz |
El estratega político
estadounidense Peter Brodnitz señaló
durante las jornadas de ACOP en Bilbao que hay que tener en cuenta el estado
emocional a la hora de lanzar un mensaje, y en este sentido afirmó que Trump es
un experto: “Su mensaje está enfocado en mantener un estado de ansiedad y
enfado para que los ciudadanos hagan una elección emocional”. “Trump moviliza
voto con un mensaje de cambio radical para romper el status quo” en un contexto
en el que “la clase trabajadora blanca es la más preocupada o enfadada por el
futuro económico”, subrayó el experto.
Por ello, Brodnitz concluyó:
“Si se logra tranquilizar a la gente, recibirán el mensaje de manera diferente”.
Es decir, viene a decir este estratega político, si las circunstancias
económicas y sociales vuelven a su cauce, los ciudadanos que hoy son proclives
a escuchar y a apoyar a los movimientos populistas dejarían de hacerlo.
Sin embargo, como
advierte Loris Zanatta, “los trastornos económicos y sociales de nuestros
tiempos son tan profundos y de tan larga duración que el populismo actual no es
la simple manifestación de una debilidad democrática, de un paréntesis entre
dos épocas ‘normales’. Al contrario, tanto las transformaciones sociales y
económicas radicales como la extensión de la democracia a nuevas áreas del
mundo durante las últimas décadas inducen a pensar que las crisis de
disgregación y as reacciones populistas no harán más que multiplicarse, y que
el populismo será un fenómeno permanente y difundido”.
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